Es bueno saber la historia de España, pero también lo es la de este pequeño pueblo de la provincia extremeña de Cáceres, en esta ocasión repasaremos una pequeña parte de la gran desconocida historia de
Retamosa, en concreto sobre un hecho histórico muy interesante del cual poco se sabe pero que llegó a mis oídos cuando era pequeño. Lo que intento hacer aquí es una reconstrucción de los hechos, en una historia de ficción, llevando a cabo una labor de investigación de los hechos que ocurrieron realmente. No obstante, no está constatada ni documentada en ningún sitio que haya visto con lo que esta historia está, supuestamente, basada en hechos reales:
Nos situamos entre los convulsos años de la
Tercera Guerra Carlista (1872-1876), Retamosa estaba en manos de los
cantones republicanos. No era un enclave importante, simplemente fue un punto estratégico debido a que era la entrada a la
sierra de las Villuercas por el norte y apoyado por el castillo de
Cabañas del Castillo donde se podía divisar la amplia llanura de las tierras del oeste de
Extremadura y poder ver los movimientos de las tropas Carlistas acechando desde la lejanía, aunque estos vinieran por el norte.
La guarnición republicana que custodiaba Retamosa apostó entre canchos baterías de cañones a una altura y distancia aceptables para defender el pueblo de un posible ataque, su cuartel no era muy grande pero sí bien preparado y armado.
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En el centro de la imagen es donde estaban colocadas las baterías de cañones. |
Con la Primera República Española recién instaurada se prepararon para resistir los ataques de los Carlistas. Durante meses no encontraron oposición hasta que casi un año después, viendo que los Carlistas se hacían ya con el control de España y que la república había desaparecido al imponerse la monarquía de Alfonso de Borbón, sabían que poco podían hacer, por lo que los militares y las gentes pudientes del pueblo se reunieron en la iglesia para ver qué solución daban a la situación en la que se encontraban sumidos. En esa reunión se llegó a la conclusión de proteger todos los objetos de valor que tuviesen, ya que veían que el enemigo estaba muy cerca y que si tomaban el pueblo este iba a ser saqueado completamente tal y como hicieron con otros pueblos cercanos, por lo que decidieron esconder todas las joyas y objetos de valor antes de que apareciesen los Carlistas. Así, la noche antes del ataque y en secreto, envueltas en un trapo, las joyas fueron escondidas en una finca cercana al pueblo debajo de una enorme piedra para que nadie las buscase ahí, hicieron dos copias del mapa para recordar su situación, en el que tambien indicaron el número de joyas que había y los nombres de sus dueños para poder devolverselas después, y acto seguido volvieron a sus posiciones de guardia. El lugar fue considerado secreto y solo lo conocieron unos pocos soldados, el capitán y el cacique que se quedó con una de las dos copias que se hicieron del mapa, la otra se la quedó el capitán. Ninguno de sus legítimos dueños supo donde se escondieron sus joyas.
Llegó el día, las tropas Carlistas divisaron el pueblo y las baterías de cañones republicanos empezaron a disparar con un sonido atronador que rebotaba entre las sierras, sus temibles cañonazos no pudieron parar a la superioridad de efectivos Carlista que hizo que el pueblo se tomase casi en el acto, haciendo huir en desbandada a los pocos soldados republicanos que intentaron hacerles frente, pero antes de la rendición, al ver que no podía hacer nada, el capitán le dio a un joven sargento el mapa de las joyas y le ordenó que se retirase solo hacia
Cabañas del Castillo, este cogió el mapa, montó en su caballo y salió al galope. El capitán capituló, él y los hombres que se quedaron fueron hechos prisioneros, los Carlistas se hicieron con el control del pueblo y empezaron a saquear llevándose muy pocos objetos de valor, al ver que no había gran cosa quemaron varias casas, entre ellas la del cacique en la que estaba su copia del mapa, la cual desapareció para siempre. Al día siguiente, por motivos desconocidos, los prisioneros fueron ejecutados, incluyendo al capitán, al cacique y a varios civiles con lo que el tesoro quedó en posesión de un solo hombre; el sargento huido.
No se sabe muy bien lo que ocurrió con este hombre pero según parece nunca llegó a
Cabañas del Castillo, desapareció huyendo de allí sabiendo lo que llevaba, recorrió España hacia el norte y salió del país por la frontera francesa para llegar finalmente a Alemania. Cuando llegó al país germano se quedó a esperar un tiempo prudencial con la intención de volver a Retamosa a por el tesoro, cosa que no pudo hacer por miedo a que le reconocieran, ya que si lo hacía podría quedase sin nada o le podían pegar un tiro, por este motivo no se movió de allí y al quedarse se casó y tuvo descendencia. Durante años mantuvo bien guardado el mapa que se lo pasó a sus hijos como herencia al morir durante el periodo de la
Primera Guerra Mundial, estos creyeron que el mapa no era más que fantasías de su padre así que lo guardaron en un baúl junto a sus viejas pertenencias donde pasó muchos años olvidado hasta que en el verano de 1941, uno de sus biznietos al buscar entre sus cosas lo encontró y se interesó por el. Este era un acérrimo de las SS alemanas, un activista de las juventudes nazis de la época reconvertido en un patriótico militar al iniciarse la
Segunda Guerra Mundial. Este enseñó el mapa a sus superiores, los cuales, al tener la necesidad de tener joyas y oro para el
Tercer Reich se pusieron manos a la obra para venir a España, sacar el tesoro y llevárselo después de vuelta a la patria, todo esto sin importarles si era verídico o no. Así, con la excusa de hacer un documental sobre la posguerra española recibieron un permiso especial para poder moverse libremente por todo el territorio nacional e iniciaron el viaje el biznieto, dos soldados rasos, un interprete y un Comandante de las SS en una incursión que no pasó muy desapercibida.
Cuando llegaron a Retamosa, estos fueron recibidos por el cacique local y el mismo les dio permiso para moverse por cualquier finca la zona, ni cortos ni perezosos, sacaron el mapa y lo observaron detenidamente siguiendo sus indicaciones bajo la atónita mirada de los habitantes que, ocupados con sus quehaceres diarios, ni siquiera se preguntaban que hacían allí , por lo que no fueron molestados por nadie.
Hemos de recordar que aquella era la época de la posguerra que devastó al país debido a la
Guerra Civil y se pasaba mucha hambre con lo que las gentes solo estaban pendientes de la labranza y pastoreo así que pocos comentaron el asunto con los suyos, aparte, España era un país neutral en la guerra con lo que no hubo grandes problemas con los alemanes.
Los nazis dieron con el lugar que indicaba el mapa, curiosamente justo a unos escasos metros de la llamada
"Cuesta de los Pinos" y entre todos ellos levantaron la enorme piedra que guardaba el supuesto tesoro y, después de escarbar un poco en la tierra... allí estaban, envueltas todavía en un desgastadisimo trapo ya casi desecho por el tiempo, las joyas manchadas de barro... para silenciar completamente aquello sobornaron al cacique dándole una muy pequeña parte del tesoro y este, impresionado, se introdujo su botín en el bolsillo del pantalón, dijo que allí no había pasado nada e hizo el gesto de cerrar la boca.
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Las grandes piedras tras el muro que supuestamente ocultaron el tesoro. |
Así, un gran valor económico e histórico se fue a Alemania para desaparecer allí, entre los miles de objetos de valor que expoliaron los nazis para poder financiar sus batallas.